La renombrada primatóloga y conservacionista Jane Goodall murió este miércoles a los 91 años, dejando un legado que transformó nuestra comprensión de los chimpancés y de la relación de los humanos con la naturaleza. Su trabajo pionero en Tanzania marcó un antes y un después en la etología y la conservación ambiental.
Goodall falleció por causas naturales mientras se encontraba en California, en el marco de una gira de conferencias por Estados Unidos, informó su instituto en redes sociales. Su muerte fue lamentada por el mundo científico y ambientalista, y figuras como António Guterres, secretario general de la ONU, la recordaron como alguien que deja “un legado extraordinario para la humanidad y nuestro planeta”.

Jane Goodall murió pero no su pasión por la naturaleza
Nacida en Londres en 1934, Jane desarrolló una curiosidad innata por los seres vivos. Cuando tenía apenas cuatro años, incluso se escondió en un gallinero para observar cómo salían los huevos, preocupando tanto a su madre que tuvo que intervenir la policía. Sin embargo, su madre siempre apoyó sus intereses. “Si realmente quieres hacer esto, tendrás que trabajar muy duro. Aprovecha cada oportunidad”, le decía.
Desde joven, Jane mostró un interés profundo por los animales. Su fascinación comenzó desde la infancia, observando insectos y escribiendo sobre ellos, y creció leyendo historias de África y animales, como Dr. Dolittle y Tarzán. Esa pasión la llevó, años después, a cumplir su sueño de vivir entre animales salvajes.
El sueño de Jane Goodall
A los 10 años ya soñaba con ir a África. Durante la Segunda Guerra Mundial, sus aspiraciones eran vistas como inusuales para una niña, pero Jane nunca se rindió. Con perseverancia y apoyo familiar, logró que su sueño se hiciera realidad. Su primera visita a Kenia la conectó con el famoso antropólogo Louis Leakey, quien le ofreció la oportunidad de estudiar a los chimpancés, algo sin precedentes.
Aunque inicialmente carecía de formación científica, su mirada abierta le permitió realizar observaciones revolucionarias. Jane desafió las normas de la ciencia, integrándose al mundo de los chimpancés y otorgándoles nombres en lugar de números, lo que humanizó a sus sujetos de estudio y permitió descubrir comportamientos complejos antes atribuidos solo a los humanos.
Descubrimientos que cambiaron la ciencia
Jane Goodall llegó a Tanzania el 14 de julio de 1960 como estudiante de secretariado. Su falta de formación formal no fue un obstáculo: al contrario, le permitió observar con frescura y cuestionar conceptos establecidos. Entre sus hallazgos más famosos destaca que los chimpancés usan herramientas, cazan para obtener carne y muestran relaciones sociales complejas, como abrazos, besos y juegos.
Uno de los momentos icónicos fue descubrir que los chimpancés utilizaban ramas para pescar termitas, desafiando la creencia de que la fabricación de herramientas era exclusiva de los humanos. Cuando Leakey escuchó la revelación, exclamó: “Ahora debemos redefinir herramienta, redefinir ser humano o aceptar que los chimpancés son humanos”.
Además, Jane documentó que los chimpancés podían ser agresivos entre ellos, mostrando que su comportamiento era tan complejo y diverso como el nuestro. Su enfoque innovador permitió que la ciencia viera a los animales no solo como sujetos de estudio, sino como seres con personalidades y emociones únicas.

De científica a activista global
A lo largo de más de seis décadas, Jane Goodall no solo investigó, sino que también acercó la naturaleza al público. Fundó el Instituto Jane Goodall, escribió libros exitosos y viajó por el mundo promoviendo sostenibilidad ambiental y bienestar animal. Su mensaje era claro: cada acción, por pequeña que sea, puede generar un cambio.
Durante sus viajes siempre la acompañó Mr. H, un mono de peluche que simbolizaba resiliencia y esperanza. Jane enseñaba que incluso pequeños gestos cotidianos, como recoger basura, podían inspirar a otros y generar un efecto multiplicador en la sociedad. Su enfoque no solo fue científico, sino profundamente educativo y motivador.
Una de sus imágenes más emblemáticas es la foto tomada por su esposo Hugo van Lawick junto al pequeño Flint, un chimpancé nacido en Gombe. Esa imagen mostró a los humanos como parte del reino animal, acercando a millones de personas a la naturaleza y consolidando a Jane como un ícono global de conservación y empatía animal.
Legado de Jane Goodall
Jane Goodall dejó una huella imborrable en la ciencia y la conciencia ambiental. Sus descubrimientos sobre los chimpancés y su labor educativa transformaron la manera en que entendemos a los animales y la relación de los humanos con la naturaleza.
Como ella misma decía, cada gesto cuenta, y su vida es un ejemplo de perseverancia, pasión y compromiso con el mundo natural. Su mensaje y su trabajo seguirán inspirando a generaciones a cuidar de los animales, la biodiversidad y el planeta.
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