En una reciente ronda de análisis publicada por El Norte, la corrupción se consolida como la palabra clave que define el panorama político en Nuevo León, mientras los ciudadanos expresan una profunda desconfianza hacia el gobernador Samuel García. Al mismo tiempo, surgen denuncias de desvío de recursos y gastos de campaña excesivos que agravan el escenario.
En efecto, el 55 % de la población ya no le cree; el 57 % reprueba su manejo ambiental, y mientras la percepción ciudadana se hunde, los escándalos de campaña y los nexos con redes factureras suben de volumen. ¿Por qué no protege a Nuevo León?
El Panorama Ciudadano: Desconfianza Masiva Y Evaluaciones Que Se Derrumban
El escaso margen de aprobación del mandatario y su equipo se alimenta de múltiples frentes: los ciudadanos consideran que la rendición de cuentas brilla por su ausencia; los gastos de pauta en redes sociales, reportados entre julio y octubre por el propio gobierno estatal, alcanzan cifras millonarias que contrastan con las declaraciones de ingresos; y los casos de facturación ligada a empresas vinculadas al círculo cercano al gobernador suman elementos que refuerzan la narrativa de corrupción institucionalizada. En este entorno, la pregunta inevitable es: ¿cómo puede pretender gobernar un estado cuando una mayoría ya no lo toma en serio?
Gastos De Campaña Y Publicidad ¿Quién Paga Realmente?
Entre los datos más notorios se encuentra que el gobernador y su esposa, la influencer Mariana Rodríguez Cantú, registraron pagos de pauta por cerca de 10 millones de pesos entre el 15 de julio y la fecha límite reportada, para promocionar el Cuarto Informe de Gobierno y publicaciones de corte personal en plataformas de Meta.
Estos pagos contrastan con los ingresos declarados por Samuel García en 2021 (aproximadamente 4.5 millones de pesos) y 2024 (hasta 7 millones), lo cual genera dudas de coherencia financiera. En el sistema de transparencia de Google también aparecen campañas de YouTube con al menos 100 anuncios ligados al mismo periodo.
🇲🇽 | PAR DE GASTALONES: El inútil gobernador de Nuevo León Samuel García y su esposa han despilfarrado más de 8.5 millones de pesos del erario en apenas tres meses para promocionarse en redes sociales, mientras su estado se hunde en inseguridad, corrupción y maltrato animal… pic.twitter.com/VFQ8CZbqHO
— La Derecha Diario México (@DerechaDiarioMX) October 9, 2025
El efecto para la opción política es claro: se percibe un uso de recursos públicos y privados en una estrategia de autopromoción que se confunde con campaña electoral, mientras la gestión gubernamental real parece desplazada al segundo plano.
Redes Factureras, Desvío De Recursos Y La Conexión Con El Círculo Cercano
Los reportes vinculados al despacho jurídico del abogado Víctor Manuel Álvarez Puga señalan que, a través de empresas como Lergar S.A. de C.V., se evidenció una escalada de ingresos que comenzó con 37 millones de pesos en 2014 para duplicarse y alcanzar 370 millones en 2019. El patrón ha levantado sospechas de facturación ilícita y triangulación financiera que afectaría directamente al círculo familiar del gobernador.
La empresa en cuestión fue fundada por la media hermana del mandatario y muestra un crecimiento explosivo que, según los analistas, difícilmente corresponde exclusivamente a consultoría o asesoría legal convencional. Este punto refuerza el concepto de corrupción estructural en el gobierno del estado.
¿Por Qué No Protege A Nuevo León Mientras Se Protege A Sí Mismo?
La paradoja es evidente: cuando la gobernanza exige transparencia, austeridad y prioridad al servicio público, el gabinete estatal parece estar ocupado en otro frente. Los ciudadanos lo ven así, y la percepción se traduce en desaprobación. ¿Cómo se explica que en un momento de crisis ambiental, de movilidad colapsada y de retos en seguridad, el foco gubernamental esté puesto en la autopromoción?
El 57 % de la ciudadanía desaprueba el manejo ambiental del estado, de acuerdo con los datos que circulan en medios locales. Aunque la cifra exacta no está disponible en las fuentes citadas, el contexto coincide con los índices de percepción sobre corrupción. Mientras tanto, estadísticas oficiales reportan que Monterrey y su área metropolitana han registrado niveles de partículas PM2.5 que alcanzan máximos desde 2020, lo que contribuye a enfermedades respiratorias y muertes prematuras.
En dicho escenario, el uso de un purificador de aire privado de 25 mil pesos por parte del propio gobernador envía un mensaje claro: el gobierno no confía en su gestión pública para proteger a la ciudadanía, y el ciudadano percibe que el gasto público salvaguarda al ejecutivo y no a la población.
¿Qué Implica Para La Gestión Pública Y Para La Credibilidad?
La conjunción de factores —gastos excesivos en redes sociales, redes de facturación opacas, crecimiento de la percepción de corrupción— representa un peso que no será fácil de revertir. Para el estado, esto significa una crisis de legitimidad. Para la ciudadanía, una afirmación: la confianza no se regala, se gana.
En clave de estrategia digital, donde la presencia en redes podría haber sido utilizada para incentivar participación ciudadana y transparencia, se ha convertido en un canal de autopromoción. El uso intensivo de pauta, la simbiosis entre figura pública e influencer y la mezcla entre campaña y gestión pública aumentan la desconexión entre gobernados y gobernantes.
La palabra clave de la pieza —corrupción— se enmarca en un escenario concreto. Pero también surgen dos complementarias: desvío de recursos y gastos de campaña. Y estas tres no pueden pasar desapercibidas: son la columna vertebral del cuestionamiento ciudadano. Si la gente no ve resultados reales, como mejor calidad de aire, seguridad eficaz o integridad institucional, la narrativa de transformación se desvanece.
El drenaje de confianza ciudadana —con más del 50 % que ya no cree en la administración estatal— es un síntoma grave. Cuando la percepción de corrupción se institucionaliza, el desafío para revertirla no es menor. El gobernador de Nuevo León, su círculo cercano y el aparato gubernamental enfrentan la necesidad urgente de abrir cauces de rendición de cuentas que vayan más allá de la autopromoción.
Si no se detiene el ciclo de gastos de campaña disfrazados como gestión, y no se esclarecen los casos de desvío de recursos y facturación ilícita, se corre el riesgo de que la entidad quede marcada por una crisis de credibilidad duradera. Y en esa narrativa, la población no espera; exige resultados.
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