El anuncio del Gobierno mexicano sobre imponer un arancel de hasta el 50% a los autos chinos levantó polvo dentro y fuera del país. La medida, presentada por Claudia Sheinbaum como parte del llamado Plan México, busca proteger la industria nacional. Sin embargo, no todos están convencidos de que sea suficiente para frenar la ola de vehículos que llegan desde Asia.
El exembajador en China, Jorge Guajardo, fue uno de los más críticos. Aseguró que un aumento de esa magnitud “solo les haría cosquillas” a los fabricantes chinos. Según explicó, en los últimos dos años los precios de exportación de esos autos ya habían caído un 25%. Por lo tanto, un arancel del 50% apenas compensaría esa reducción.
En cambio, propuso una medida más drástica. Para él, sería necesario duplicar o incluso triplicar ese porcentaje, llegando a niveles de entre 100% y 150%. Solo así se podría proteger de manera real a la industria automotriz mexicana y evitar la llamada “desindustrialización”.
Mientras tanto, desde Pekín no tardó la reacción. El Ministerio de Exteriores condenó el anuncio y acusó a México de ceder a la presión de Estados Unidos. Un mensaje directo, en medio de la guerra arancelaria global que ya afecta a varios países.

China responde con dureza a la decisión
El portavoz Lin Jian afirmó que China se opone a todo tipo de proteccionismo. Agregó que su país “defenderá decididamente” sus derechos e intereses. En otras palabras, Pekín no se quedará de brazos cruzados.
El Gobierno chino también advirtió que esta medida puede reducir la confianza de las empresas para invertir en México. Una alerta que toca fibras sensibles, considerando que China es el segundo socio comercial del país, solo detrás de Estados Unidos.
En contraste, Marcelo Ebrard, secretario de Economía, defendió la decisión. Aclaró que no se trata de geopolítica, sino de cuidar a los trabajadores mexicanos. Según dijo, más de 320,000 empleos estarían en riesgo por la entrada masiva de autos a bajo costo.
La realidad es que México se ha convertido en uno de los principales destinos de exportación para los fabricantes de autos chinos. Solo en el primer semestre de 2025, llegaron más de 280,000 unidades. La cifra representa un aumento interanual del 24%. Con ese ritmo, es evidente que la medida busca poner un freno antes de que el mercado local colapse.
¿Arancel suficiente o solo un primer paso?
Las dudas siguen en el aire. Para Guajardo, lo que hizo México es apenas un movimiento inicial. Puso como ejemplo el caso de Rusia, que pese a ser aliado de China, impuso un arancel del 60%. Si Rusia pudo hacerlo, dice el exdiplomático, México debería ir mucho más allá del 50%.
El argumento es claro: si se trata de un tornillo o una pieza que no se fabrica ni en México ni en Norteamérica, no hay problema en dejarlo libre de impuestos. Pero si hablamos de sectores donde sí hay producción regional, el arancel debe ser alto y efectivo.
Este razonamiento conecta con la visión del Plan México. La estrategia no se limita a autos, sino que también alcanza a textiles, acero, vidrio, cosméticos y motocicletas. En todos los casos, la meta es reducir la dependencia de importaciones que afectan a productores nacionales.
No obstante, especialistas advierten que si los aranceles no se acompañan de inversión y desarrollo interno, solo serán un parche temporal. El gran desafío es que la industria mexicana logre competir de tú a tú con la maquinaria productiva china.
Reacciones en México y el mundo
La medida no llega sola. Europa y Brasil también han tomado decisiones similares en los últimos meses. En especial, dirigiendo sus medidas contra los autos eléctricos, que China produce a gran escala y a precios muy bajos.
Sheinbaum ha tratado de calmar las aguas. Dijo que no busca conflictos con ningún país y que ya está en pláticas con embajadores de China y Corea del Sur. También descartó un efecto inflacionario, asegurando que el estudio técnico mostró que muchos productos no serán afectados.
Pese a estas aclaraciones, el tema ya se siente político. Estados Unidos aplaudió la medida, pues Donald Trump ha acusado a México de ser “puerta trasera” para los productos chinos que entran a su país. Desde esa óptica, el anuncio refuerza el frente contra el gigante asiático.
Por otro lado, las críticas locales apuntan a que los consumidores podrían terminar pagando más por los autos. Y aunque la intención sea proteger empleos, la realidad es que la economía mexicana depende también de precios competitivos.
El desenlace aún está por verse. Lo cierto es que los autos chinos se convirtieron en protagonistas de una discusión que mezcla comercio, política y soberanía industrial.
Lee el siguiente artículo con el análisis completo de cómo los aranceles podrían transformar el mercado automotriz en México y las tensiones internacionales que ya generan.
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